En el año 1977 se descubrió un nuevo planetoide, Quirón, que se encuentra entre la esfera de Saturno y Urano. Este pequeño planeta captó el interés de los astrólogos, y en el estudio del mismo se fue descubriendo la fuerza de su influencia sobre la vida, concretamente sobre el ser humano. El estudio del planeta Quirón, en relación con el eje de las puertas, abre una nueva vía en la astrología.
La astróloga francesa Catherine Castanier ha escrito el libro “Quirón y el eje de las Puertas”1 donde nos expone una interpretación inédita de los puntos medios entre Urano y Saturno, por una parte está la Puerta Invisible, lugar de nuestra herida existencial inconsciente, y por otra parte esta la Puerta Visible, que abre la puerta al camino de la curación.
Quirón representa la llave de nuestras transformaciones, nos acompaña en los cambios sucesivos de conciencia. El análisis de Quirón nos permite tomar contacto con nuestra propia energía curativa y desplegarla, es quien nos facilita encontrar la fuerza para ir más allá de nuestras limitaciones y avanzar hacia la Puerta Visible.
Antes de todo, tenemos que tomar conciencia de cómo es la herida de nuestra Puerta Invisible.
Durante el proceso de encarnación atravesamos sucesivas esferas: de Plutón, de Neptuno y de Urano, donde se encuentra el mundo infinito, ilimitado e intemporal. De allí nos preparamos para entrar en la esfera de Saturno, donde se encuentra el mundo de la manifestación, donde comienza el proceso de la materialización2 por “coagulación” de nuestras “escorias” memoriales.
A medio punto entre Urano y Saturno, pasamos por una dimensión intermediaria, por una puerta, que Catherine Castanier llama la Puerta Invisible. Pasamos de un mundo sin polaridad (donde el 2 no está dividido, es 2 en 1), al mundo de la dualidad separada. Es en ese momento cuando empezamos a materializarnos. Este pasaje de la puerta del tiempo es una entrada a la dualidad dividida, y es el punto de partida del proyecto de nuestra encarnación.
Cuando pasamos la Puerta Invisible, entramos en el espacio-tiempo, es decir en la memoria. Nos referimos a las memorias astrales, donde están registradas las heridas de nuestras incomprensiones “pasadas”. No se trata de la memoria intelectual del mental, ya que en este campo no hay contenido, está en curso de formación, comenzando a elaborar mecanismos de defensa y a preformar su manera de pensar.
Quirón es testigo de este pasaje (de todos nuestros pasajes), estaba presente al principio del desgarramiento producido por esta división que ha provocado una herida. A partir de ese momento nos acompañará en todos los periplos que tengamos que vivir, ayudándonos con su indulgencia. El no se impone, pero viene si le llamamos.
Yo lo comparo a la relación que tiene el hombre varón con el ánima (y la mujer con su ánimus). En este descenso a la encarnación, atravesamos sucesivas esferas, de Saturno, de Júpiter, de Marte, del Sol y de Venus, de Mercurio, de la Luna (la Luna negra también) y nos impregnamos de sus atributos, recogiendo los restos de vidas precedentes.
Después de ser concebidos por nuestros padres, nacemos, siguen nuestros días en la Tierra y luego nuestra muerte. En el proceso de desencarnación (el de la ascensión) , pasamos en el sentido contrario (el de la ascensión) por todas las esferas celestes, donde hemos dejado en suspense las emociones correspondientes a cada planeta… que encontraremos de nuevo durante otro proyecto de encarnación. En la esfera de la Luna, dejamos la suma de lo que hemos vivido sobre la influencia de la Luna, de lo que no hemos realizado ni resuelto en el plano sensible. Después depositamos sucesivamente los resultados de nuestras experiencias en las esferas de Mercurio, de Venus, del Sol, de Marte, de Júpiter y de Saturno.
Dejamos este mundo (y su escoria de obligaciones) por una puerta cuando llegamos a la Puerta Visible, en frente de la Puerta Invisible. Aquí, nuestro camino se termina y nos reunimos con el “Gran Todo”, el Amor Puro, la Conciencia Universal. Pasamos toda nuestra vida realizando las obligaciones que hemos acordado, realizando nuestro contrato de vida y buscando la curación de nuestra herida existencial.
La realización de la Puerta Visible será determinante para nuestra próxima encarnación. Nuestros proyectos y nuestras obligaciones para la vida siguiente dependen del nivel de vibración con el que dejamos este mundo cuando nos desencarnamos.
La importancia de conocer su Puerta Invisible
Catherine escribe en su libro3: La Puerta Invisible que pasamos se cierra detrás de nosotros y no se podrá abrir nunca más. No tenemos más acceso a lo que nos ha conducido ahí. A partir de este lugar tenemos que comprender que si queremos poner fin a nuestro dolor de existir, tenemos que dejar de identificarnos a quien sea o a lo que sea. En este lugar se encuentra la lección esencial de nuestra vida. Esta tendencia identificadora, es decir desnaturalizante, se fomenta a partir de las energías de su signo, y se aplica especialmente en el dominio de su casa.
Analizando la Puerta Invisible permite reconocer como nos quedamos atados a nuestros antiguos esquemas, suspendidos en nuestras resistencias. Repetimos sin cesar antiguos mecanismos neuróticos, sin osar aventurarnos en otras “creodas” (surcos)4, tenemos miedo de alejarnos de nuestras convicciones y de abandonar nuestros sistemas de defensa. No nos atrevemos a desviarnos de senderos bien pisados para ir hacia lo desconocido, a pesar de nuestras tentativas frágiles y dolorosas. No conocemos el origen de nuestro caminar y mimamos nuestra víctima evitando a todo precio sentirnos mal.
Sufrimos en la Puerta Invisible sin saber por qué, en su signo y en su casa, nos sentimos mal.
Cito a Catherine: Según la ley de reacción, es un error curar un mal suprimiendo brutalmente sus efectos. Quirón nos propone (…) de salir del esquema simplista de querer “curar” el mal (…). Extrayendo energía del signo, la casa y los aspectos de Quirón, la medicina espiritual nos enseñará a encontrar un método indirecto para provocar una reacción vital de nuestro cuerpo físico o psíquico, e incitarnos así a producir nosotros mismos lo que necesitamos (…) Para dejar la Puerta Invisible y dirigirnos hacia la Puerta Visible, tenemos que actuar indirectamente, y sacar la energía de este avance con Quirón , activando el signo y la casa donde se encuentra (…)Quirón es la energía de nuestra espiritualización.
El camino de la curación se encuentra en frente, en la Puerta Visible. Es aquí, en la Puerta Visible, donde podemos realizar la curación de nuestra herida existencial. Si observamos una carta astral, vemos el camino de curación trazado según el eje de la Puerta Invisible a la Puerta Visible, pasando por el centro (la individualización, el Ser).
Querer partir de la Puerta Invisible hace imposible poder llegar a la Puerta Visible, a la curación. Tenemos que tomar el camino del medio cuyo rayo nos une a Quirón.
En una carta astral, la Puerta Invisible, la Puerta Visible y Quirón constituyen los tres vértices de un triangulo rectangular, cuya hipotenusa es el eje de las puertas. Quirón representa la suma de esta triangulación.
Gracias al estudio de Catherine Castanier, la astrología puede darnos toda esta valiosa información. Estas llaves van a ayudarnos para curar nuestra herida existencial y a mejorar la calidad de nuestra vida.
Desde hace más ocho años asisto a los cursos que imparte Catherine Castanier, la consulto regularmente y extraigo siempre valiosa información del estudio de sus libros. Todo ello me sirve para enriquecer mis conocimientos y ayudar desde el punto de vista de la astrología a aquellos/as que me quieran consultarme para vivir de manera más consciente. Como astróloga que trabajo con espíritu psicoanalítico, considero que la astrología ha dado salto magnífico hacia delante.
1 Editions du Rocher – France (2003) Web de Catherine Castanier: www.pleiade-astrologique.com
2 No confundir con nuestra concretización que es el momento en que nuestros padres nos conciben físicamente, el momento cuando atravesamos la esfera lunar.
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4 Una creaoda es un surco, un sendero hecho al andar. Teoría de los campos mórficos del físico Rupert Sheldrake. Ver su libro: “Una nueva ciencia de la vida”, ed. Kairos
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